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Enfermedad de Peyronie

Opciones de tratamiento quirúrgico de la enfermedad de Peyronie y nuestra técnica

Por favor, lea primero, si aún no lo ha hecho, el apartado “Las alteraciones patológicas en particular”, de lo contrario, es posible que no entienda del todo las siguientes explicaciones. Le rogamos que nos disculpe lo directos que somos al expresarnos y la polémica que presentamos, pero es necesario que así sea llegados a este punto.

Básicamente existen cuatro técnicas quirúrgicas diferentes para el tratamiento de la enfermedad de Peyronie. Nosotros rechazamos tres de ellas, puesto que, en nuestra opinión, no son beneficiosas para el paciente. No obstante, se las describiremos a continuación, ya que consideramos que esto forma parte de una explicación seria.

Primero hay que hacer constar que el enunciado que hemos tomado prestado anteriormente de la Urología y la afirmación de que existen cuatro técnicas quirúrgicas de la enfermedad de Peyronie son fundamentalmente erróneos: las técnicas uno a tres no se dirigen a corregir la placa de la enfermedad de Peyronie, sino que se ocupan únicamente de uno solo de los síntomas: la incurvación. El resto de los síntomas se dejan tal y como están.

Esto afecta especialmente a las operaciones de plicatura según la técnica de Nesbit o Essed-Schröder, que son las que se ofrecen como “tratamientos estándar” en Alemania.

La técnica que nosotros aplicamos es la número cuatro.

En detalle:

1ª técnica: técnicas de plicatura según Nesbit o Essed-Schröder

Como ya le hemos contado en el apartado “Las alteraciones patológicas en particular”, la incurvación del pene es uno de los varios síntomas de la enfermedad de Peyronie.

El médico americano Nesbit desarrolló en los años 60 del siglo pasado una técnica de plicatura para corregir la incurvación del pene, probablemente porque los amplios procesos terapéuticos existentes entonces le parecieron demasiado complicados. Esta técnica satisface debido a la sencillez de su aplicación y a su coste extremadamente bajo y, al mismo tiempo, al menos en Alemania, es muy apreciada por la excelente posibilidad de facturación y, hoy en día, representa por desgracia el tratamiento estándar que es aplicado por casi todos los cirujanos.

Aunque parezca banal e incomprensible, lo triste y cierto es que para rectificar el pene con esta técnica no se elimina la placa ni se alarga de nuevo el pene, sino que se inserta una segunda placa artificial, denominada sutura de plicatura, en el lado sano del pene para acortar ambos lados de manera simétrica y rectificar así el pene. Es decir, se sustituye el síntoma “curvatura” por el síntoma “reducción”, con la curiosa idea de que esta reducción satisface más al paciente que la curvatura. Dependiendo de la gravedad de la curvatura original, puede ocasionarse una reducción de hasta ocho centímetros con el pene en erección. Al menos a los pacientes que se han dirigido a nosotros no les ha gustado más esta reducción que la incurvación. Por ese motivo desean que nosotros corrijamos los resultados de la operación realizada anteriormente con la técnica de Nesbit.

Al final, la mayoría de las veces el paciente debe permanecer en el hospital de cinco a siete días para que los médicos puedan medicarle y asegurarse, en la medida de lo posible, de que la sutura no se desgarre durante la primera fase de curación, cuando se produzcan las primeras erecciones.

Como la placa no se extirpa, puede seguir creciendo y causar otra incurvación pasado un tiempo.

Además puede suceder que el cirujano – este tipo de operación también puede realizarla un médico residente, ya que no se requiere un especialista – haya insertado una placa artificial demasiado grande, lo que implica una incurvación o una reducción del otro lado. También pueden producirse dolores (en la literatura especializada se habla de hasta un 48%) en la sutura de plicatura durante la erección. Algunos pacientes que se han dirigido a nosotros han sido operados hasta cuatro veces con la técnica de Nesbit. El pene de estos pacientes ya no puede identificarse como tal.

Lo que no nos convence de esta técnica, además de la reducción del pene, es que el verdadero foco infeccioso, la placa, se deje completamente y que como “tratamiento” se dañe el tejido sano. Precisamente en medicina avanzada se debería pensar y actuar en el sentido opuesto.

Podríamos escribir libros enteros sobre nuestra disconformidad con esta técnica quirúrgica, pero no queremos aburrirle y resumimos todo en pocas palabras: no entendemos cómo, hoy en día, aún hay pacientes que se someten a esta tortura.

Nos alegraríamos mucho si se prescindiese de esta técnica de una vez por todas.

2ª técnica: cortes de separación de la placa/incisión con cobertura final del defecto (cobertura del defecto con injerto de safena) o cobertura del defecto con material sintético.

Esta técnica también se concentra exclusivamente en la corrección de la incurvación.

En esta técnica, o se secciona la placa, se deja que el pene se extienda y se cubre el defecto (la incisión) con un trasplante de injerto de (vena) safena o con un “parche” (la mayoría de las veces fascia), o se hace una incisión en la túnica a algo de distancia de la placa.

Esta técnica es principalmente más sencilla que nuestra eliminación del foco de la enfermedad (placas) y por ello se oferta en más clínicas.

El inconveniente: a pesar de que cada vez con más frecuencia –para no perder al paciente– se afirma que, por un lado, esta técnica sería mejor que un acortamiento mediante la técnica de Nesbit y que, por otro, esta incisión (es decir, únicamente un corte) sería igual de efectiva que una escisión (una eliminación), ¡no lo es en absoluto!

¡Aunque en esta técnica también se realiza un trasplante y una incisión cerca de la placa, es técnica NO es idéntica a la nuestra o no se puede comparar con nuestros resultados, ya que mediante nuestra técnica se elimina el foco de la enfermedad y no se corta simplemente como en este caso!

Cuando se deja el foco de la enfermedad (como es el caso de las técnicas de acortamiento o de la incisión), también de manera parcial, puede volver a crecer. La encorvadura no es el problema (ya que casi siempre se puede solucionar), sino el trastorno irreparable en la erección, provocado con frecuencia por la enfermedad (la placa).

El problema de esta enfermedad es que el trastorno en la erección puede no mostrarse durante un largo tiempo, aunque sí esté presente. Esto se debe a que el pene, debido a la induración, encoge en volumen (se acorta, se vuelve más delgado y se curva), simplificando y siendo suficiente así una cantidad mucho menor de sangre para la erección.
Si este tuviera un tamaño normal, colgaría casi flácido desde hace tiempo.

Tal y como la famosa Fundación Rudolf (Rudolfstiftung) de Viena pudo demostrar, las supuestas perspectivas de éxito tan buenas de esta técnica de incisión están enormemente «maquilladas». Cuando se observa a los pacientes durante un largo periodo de tiempo, es decir, que se evalúan solo cuando la placa que se ha dejado ha podido seguir creciendo, se muestra una imagen bastante diferente:

¡En lugar del supuesto 3 % de problemas en la erección son en realidad un 39,5 %!

¡En lugar del supuesto 0 % de acortamiento de pene, el pene encogió en un 65,8 % de los pacientes!

¡En lugar del 3 % de reducción de la sensibilidad en el pene en realidad ocurre en un 31,5 % de los pacientes!

(Puede obtener más información en la página principal de la Asociación Europea de Urología (European Association of Urology, EAU))

Sin embargo, ¿por qué se le oferta esta técnica al paciente y no se le envía directamente a nosotros? Para responder a esta pregunta deseamos citar al catedrático y doctor Böhm de la clínica Vivantes, quien escribió advirtiendo sobre el tema de aseguramiento de la calidad en la revista especializada para médicos «Chirurgische Allgemeine» en el número 4/2009 (dirigida a los compañeros sanitarios):

«¿Con qué frecuencia enviamos a un paciente a otro lugar porque un compañero lo puede hacer mejor? Con seguridad, en muy pocas ocasiones. ¿Por qué? Porque preferimos ofertar el otro procedimiento para conservar al cliente, incluso cuando no lo dominamos a la perfección».

3ª técnica: incorporación de una prótesis de pene (la mayoría hidráulicas)

Con esta técnica se intenta disminuir las consecuencias de la placa implantando una prótesis en el pene, con el fin de que el tejido alcance un tamaño máximo desde dentro.

Esta técnica es definitiva e irreversible; el tejido propio de los cuerpos cavernosos se destroza mediante la implantación de la prótesis. La bomba sustituye a la erección normal.

La incorporación de tal prótesis es, desde un punto de vista profesional, el último recurso, es decir, cuando se padece la enfermedad de Peyronie y además una disfunción eréctil grave que ya no se puede tratar con medicamentos.

Hay que rechazar tajantemente la incorporación de una prótesis para el mero tratamiento de la enfermedad de Peyronie, si el paciente no padece al mismo tiempo una disfunción eréctil grave.

4ª técnica: la extirpación de la placa con reconstrucción final

Este es el método quirúrgico que nosotros aplicamos para el tratamiento efectivo de la enfermedad de Peyronie.

Se realiza una incisión por debajo del pene y se aparta la piel hacia el vientre (la piel no está arraigada, de lo contrario, no sería posible mantener relaciones sexuales) quedando una cicatriz que apenas se ve.

Después se deja la estructura del pene al descubierto mediante microcirugía y se hacen visibles los cuerpos cavernosos. De este modo es posible ver completamente los cuerpos cavernosos a fin de detectar todas las placas que pudiera haber, y al mismo tiempo se protegen óptimamente las partes más importantes de la estructura peneana.

Esta técnica, en la que se separa el pene en cada una de sus partes para realizar una operación más cuidadosa, se llama disección del pene y es un requisito para el tratamiento moderno de la enfermedad de Peyronie, especialmente para la escisión de placas que llegan hasta debajo del glande.

La técnica de disección fue desarrollada por el Dr. Konstantinos Konstantinidis, antiguo miembro de UGRS, y por el catedrático. Perovic, antiguo miembro de UGRS que, desgraciadamente, ya ha fallecido. El catedrático Perovic también realizó varias publicaciones sobre este tema.

Nosotros extirpamos la placa y sus prolongaciones cicatrizadas en una intervención microquirúrgica, y devolvemos el pene de este modo al estado en el que se encontraba antes de la aparición de la enfermedad.

Finalmente reconstruimos las partes dañadas de los cuerpos cavernosos con material no sintético (la mayoría de las veces con membranas de colágeno). Luego este material no sintético se degrada.

Antes, hasta entrados los años 90, se utilizaba también tejidos del propio cuerpo como, por ejemplo, pared venosa o mucosa bucal. No obstante, el tejido del propio cuerpo presenta varias desventajas. Primero, debe tomarse de alguna parte del cuerpo, es decir, hay que operar en una segunda zona, con el correspondiente riesgo. En segundo lugar, limita las opciones – en el caso de placas grandes se necesitaría mucho tejido, el cual no se puede extraer sin apenas riesgo. En tercer lugar, el tejido del propio cuerpo representa un problema en general; y es que debe adaptarse un tejido diferenciado, es decir, completamente desarrollado, sobre un tejido igualmente desarrollado, el del pene. Alrededor del tejido se forma una cicatriz debido a la inserción. Un paciente que padece la enfermedad de Peyronie ya tiene bastantes problemas con la formación de cicatrices y, por lo tanto, la aplicación de una técnica así no es, hoy por hoy, una de las mejores ideas.

Por eso, nosotros utilizamos membranas de colágeno desde hace más de 10 años. El colágeno es una fibra esencial de nuestro cuerpo. El cuerpo la utiliza para la formación de estructuras; de forma parecida a como se coloca un ladrillo al construir una casa. El cuerpo transforma este colágeno completamente, sin dejar cicatrices, en tejido del propio cuerpo.

La tendencia del paciente de la enfermedad de Peyronie a crear el nuevo tejido con poca elasticidad se contrarresta con la fisioterapia adecuada, que debe realizarse unos minutos al día durante dos meses.

Según nuestra experiencia, este procedimiento representa la única opción terapéutica que tiene sentido en la mayoría de los casos.

En el pene no se forman cicatrices visibles por fuera. En el caso de los hombres circuncisos, la cicatriz se encuentra en la misma posición que la de la circuncisión, es decir, no se nota.

Sólo en raras ocasiones es necesario circuncidar durante la operación, y esto sucede en realidad únicamente cuando el prepucio se ha visto afectado por la enfermedad, o se aprecia una fimosis que pueda perjudicar el resultado de la operación. No consideramos adecuada la circuncisión como norma general. Cuando la operación la realiza un cirujano con experiencia, manteniendo el prepucio no se produce ni infección ni parafimosis.

Debido a la especial complejidad de esta técnica, sólo pocas clínicas europeas pueden ofrecerla con la dosis necesaria de experiencia y resultados satisfactorios.

Sin embargo, esta técnica no es nueva; se conoce desde hace más de 20 años.

Si lo desea, puede concertar con nosotros una entrevista no vinculante, en la que le informaremos más detalladamente y le asesoraremos sobre las opciones existentes para su caso en particular.

Nos alegra que la mayoría de los pacientes hayan entendido las ventajas que les ofrece nuestro tratamiento. Desde 2006 se ha triplicado el número de nuestros pacientes.

Ahora nos gustaría contestar a dos preguntas que los pacientes nos formulan frecuentemente y con razón.

Muchos pacientes nos preguntan lo siguiente:

«¿Por qué sigue habiendo pacientes que se operan con las técnicas de plicatura (por ejemplo, la de Nesbit) en otras clínicas, si esto significa siempre una reducción del pene?»

«¿Por qué no aplican más cirujanos su técnica quirúrgica o por qué no le mandan los pacientes a usted?»

Respuesta a la primera pregunta:

Permítanos contestar con un hecho real. Uno de nuestros pacientes, que se operó en una conocida clínica universitaria mediante la técnica de Nesbit y después tuvo que dejar que nosotros corrigiésemos el resultado de la primera operación, denunció a su médico porque éste no le había dicho que su pene se reduciría cinco centímetros debido a la operación. El juicio se celebró en Heidelberg. El juez preguntó a la médica residente participante en la operación que cómo se informaba a los pacientes en esa clínica universitaria sobre la pérdida de longitud del pene. La médica explicó sin pudor que, durante la entrevista, se informaba al paciente de que perdería cerca de 1,5 cm. Citamos… “si dijéramos más, nadie querría operarse…”.

Esta declaración es clara y alarmante al mismo tiempo. Se miente a los pacientes sólo para poder operarles y poder ganar dinero con ellos. De hecho, nos es difícil imaginar que haya pacientes que se decidan de forma voluntaria por una reducción de pene de hasta ocho centímetros. Según lo que nos cuentan nuestros pacientes, partimos del supuesto de que a menudo no se dice la verdad en lo que se refiere a las operaciones de plicatura.

Respuesta a la segunda pregunta:

También en este caso contestaremos con un hecho real. El Dr. Böhm, catedrático de Medicina de la Clínica Vivantes de Berlín, escribió sobre este tema en el número 4/2009 de la revista alemana especializada en cirugía «Chirurgische Allgemeine», dirigiéndose a los colegas médicos:

Cuántas veces sucede que mandamos a un paciente a otro sitio porque allí hay un colega que lo sabe hacer mejor. Seguro que muy pocas. ¿Por qué? Porque preferimos ofrecer nosotros mismos el otro tratamiento para mantener al cliente – incluso aunque no sepamos hacerlo tan bien.“

Le agradecemos mucho estas sinceras palabras. No hay nada que añadir.

Es absolutamente cierto que un servicio de Urología normal simplemente no puede ofrecer nuestra técnica de reconstrucción. Tienen muy pocos casos de la enfermedad de Peyronie, de modo que, desde un punto de vista económico, no sería posible ni razonable contratar a un especialista experto sólo para estos casos.

El Dr. Böhm ya ha explicado con claridad la razón por la cual, desgraciadamente, se prefiere hacer una «chapuza» uno mismo en vez de mandar al paciente a un centro especializado que cuente con médicos expertos. Triste, pero cierto.

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D. Antonio Érchiga
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