Puesto que hay algo que ha vuelto a aumentar considerablemente desde la pandemia de coronavirus y nos invaden pacientes que han sido arruinados por otros cirujanos, debemos, obligados por nuestro juramento hipocrático, emitir la siguiente advertencia:
Esta operación es una intervención de muy bajo riesgo con buenos resultados cuando se realiza de forma profesional. Si la operación la realiza un cirujano inexperto, existe el riesgo de complicaciones graves, incluida la impotencia total.
Desde el coronavirus, no paran de aparecer en Internet presuntos expertos en esta operación, algunos de ellos con grandes nombres, páginas web diseñadas profesionalmente, supuestos sellos de calidad, pero que en ocasiones tienen incluso que copiar nuestros textos para fingir que ofrecen nuestra técnica de operación o que se han formado con nosotros. No es el caso.
Desconfíe también de los supuestos «portales de médicos» que le prometen que cuentan con médicos acreditados y formidables, porque la verdad es que al no existir centros estatales de información ni obligación de informar de los procedimientos realizados, del número de casos o de las complicaciones, no se puede evaluar objetivamente a un médico. Todo eso no es más que publicidad para atraerle y, por desgracia, algunos pacientes caen en la trampa.
Lamentablemente, hay algunos pacientes que llegan a creer que se trata de una operación sencilla que todo cirujano plástico aprende durante su formación. Nada más lejos de la realidad. NO es parte del catálogo de formación de un cirujano plástico.
Ofrecer esta operación a un precio más bajo suele implicar una merma de la seguridad para el paciente, una menor calidad del material o un intento desesperado de aumentar las ventas por no tener ni idea de esta operación y tener que engatusar a con precios bajos a los pacientes potenciales.
Por muy tentadora y sensacional que pueda parecer una oferta, envíeles un correo pidiéndoles que le envíen las cifras anuales concretas de operaciones de agrandamiento de pene. Le sorprenderán. De la mayoría de ellos no recibirá ninguna respuesta, solo excusas vagas como información sobre «cirugía íntima», como si el número de reducciones de labios vaginales realizadas tuviera algo que ver con la experiencia en el agrandamiento del pene.
Algunos le contestarán incluso que la pregunta sobre las cifras de la operación estaría «por debajo del estándar de la clínica» y no responderán a la pregunta.
Otros le dirán también que esas cifras están sujetas a la protección de datos y que solo se las podrían indicar en la consulta informativa. Sobra decir que eso son chorradas. Intentan que acuda a una consulta informativa porque la palabra hablada es mucho más difícil de probar que la escrita en caso de una disputa legal por negligencia profesional.
¡Huya como de la peste!
Un cirujano con experiencia sabe exactamente a cuántos pacientes ha operado (¡Pacientes de agrandamiento de pene! ¡Haga siempre preguntas CONCRETAS y exija respuestas CONCRETAS!) porque está orgulloso de ello y es lo único que le hace destacar de otros cirujanos en los congresos.
Por supuesto, llevamos 25 años luchando por usted, por su seguridad y su salud. Intentamos conseguir todo lo posible legal y judicialmente contra esos cirujanos, algunos de los cuales aún siguen ejerciendo: los tribunales ya han dictado sentencias en el pasado contra bastantes de ellos en el sentido de que mienten a los pacientes en sus anuncios, pero siguen a lo suyo, modifican sus textos y luego hay que esperar a la siguiente sentencia. Por desgracia, la medicina totalmente privada en Alemania apenas tiene supervisión en lo que respecta al aseguramiento de la calidad para el paciente, y los controles y las medidas que existen tardan muchísimo tiempo. En el agrandamiento de pene se llegan a emplear incluso materiales que el fabricante ha prohibido por buenas razones. Se utilizan de todos modos y se anuncian como métodos supuestamente nuevos y geniales.
Como paciente, no sea tan incauto como para creer que un médico, aunque tenga grandes títulos, es bueno en todo lo que hace, porque pecaría de ser sumamente ingenuo. Si fuera a construirse una casa, ¿permitiría al albañil instalar el cableado eléctrico o la calefacción, solo porque eso también guarda alguna relación con «casa»? Cuando se va a comprar un televisor, primero se informa exactamente de lo que puede hacer, de lo bueno que es y de cuáles son las diferencias con los demás. Sin embargo, por extraño que parezca, cuando se trata de su salud e incluso de su pene, los pacientes ni siquiera se plantean examinar la calidad o cuestionar las promesas publicitarias. ¿«Dioses de blanco»? No existe tal cosa. Son personas.
¿Por qué escribimos sobre esto con tanto detalle? Porque nos apasiona nuestro trabajo y apreciamos a nuestros pacientes. Y no nos apetece tener que dedicar cada vez más tiempo de nuestro trabajo a corregir las chapuzas de otros cirujanos. Y porque simplemente es nuestra obligación: con el juramento hipocrático juramos hacer todo lo posible para proteger la vida y la salud de un paciente. Es trágico que cada vez más médicos olviden aparentemente el contenido de ese juramento en aras de su lucro personal.
